¿Cómo pueden los padres ayudar a que sus hijos pasen por esa “transición”, de tal manera que se renueven y crezcan, en vez de que salgan del proceso deteriorados, sin retos que enfrentar y desilusionados?
He aquí algunas sugerencias:
- Orientarlos para que aprendan y saquen provecho de sus errores.
En lugar de someterlos a interrogatorios policiacos que lo único que consiguen es hartarlos, conviene preguntarles ¿por qué crees que falló?, ¿qué crees que convendría haber hecho?.
- En lugar de darles “recetas”, dejarlos que asuman responsabilidades y preguntarles ¿qué piensas hacer ahora para resolver esta situación?
- Evitar forzarlos a que hagan las cosas “a la manera” de los padres, en vez de tratar de convencerlos, darles oportunidad para que juzguen y experimenten, como por ejemplo, en el caso del vestuario.
- Ayudarlos a que descubran lo que es valioso en su persona. Que tomen conciencia de que valen por lo que son, no por lo que traen puesto o por lo que tienen.
- Darles oportunidad de que vivan sus propias experiencias en situaciones que no implican mayor riesgo. Por ejemplo en el caso del dinero, se les puede asignar una cierta cantidad, para que la administren bajo su propio riesgo.
- Hacer que en casa haya “claridad de reglas”, que sepan el qué y el por qué, para ayudarlos y formarlos. Que haya límites claros pero razonados, no impuestos, pues eso les da seguridad.
- Tener cuidado con lo que los hijos ven y leen, no a base de represión, sino de reflexión. Puede aprovecharse o provocar el ver con ellos un programa de televisión o una película y luego, discutir y evaluar, para ayudarles a formarse un criterio.